Por primera vez en 522 años de historia dos vecinos de Gandia presentaron una denuncia por el nivel sonoro que emiten las campanas de la Insigne Colegiata de Gandia al superar los niveles máximos permitidos por la normativa. Una lucha por silenciar los bronces que han mantenido contra el Ayuntamiento, en la que la justicia no les ha dado la razón aunque, eso sí, con cambios por parte del consistorio para reducir el impacto sonoro.
Los vecinos, que viven a tres calles del campanario, se quejaban del nivel de ruido que se alcanzaba dentro de las casas, con 62,5 decibelios para el toque de horas y 60,1 en el toque de los cuartos, lo cual superaba los 55 decibelios máximos que marca la ley. Las quejas trasladadas al Ayuntamiento tuvieron sus frutos, pero no suficientes para los demandantes que finalmente decidieron acudir a la justicia.
¿Y por qué implicaba al Ayuntamiento? Pues porque desde el siglo XV, cuando se puso en marcha el reloj del campanario, es el Ayuntamiento de Gandia el que se encarga de su mantenimiento “como un bien público y servicio a la ciudadanía”, reloj que tiene sus propias campanas diferenciadas de las del culto, de las que se ocupa la parroquia.
Precisamente la parroquia, que ha mantenido una parte activa en este proceso, afirmaba que “los vecinos del Centro Histórico de Gandia no daban crédito a esta denuncia, pues a los residentes y familias de toda la vida del barrio céntrico de la ciudad ducal les gustaba y les gusta el sonido de las campanas, dado que así lo han manifestado diversos testimonios durante el proceso judicial y que recoge la sentencia”. La parroquia señala que “los que viven al lado del campanario y mucho más cerca que estos dos vecinos, manifestaron su conformidad y su apoyo a este sonido habitual de la convivencia y la vida en el centro de Gandia”.
Ahora las campanas están en silencio, pero por la seguridad de los obreros que trabajan en la restauración del campanario desde hace unos meses. Cuando vuelvan a sonar lo harán como lo hacían hasta entonces, con un nivel rebajado, porque el Ayuntamiento sí que atendió parcialmente a las quejas vecinales. Entre las medidas correctoras, las campanas han dejado de sonar en horario principalmente nocturno, entre las 22 y las 8 horas, se han eliminado también las repeticiones y se ha reducido la fuerza del impacto del martillo en los bronces.
En la resolución de desestimación, el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 5 de València ha señalado finalmente que “tanto el toque de campanas, que tiene una particular configuración a la libertad religiosa, como el marcaje de las horas por el reloj, que tiene una arraigada tradición vinculada íntimamente a la historia de la ciudad, responden a ese concepto de relación vecinal que se debe entender excluido de las limitaciones a las emisiones acústicas”.
El sonido de las campanas -al menos en horario diurno- estará protegido tanto por la libertad religiosa como por la función social de la información horaria en la Colegiata de Gandia.