La Colegiata de Gandía alerta sobre el deterioro de su estructura tras 15 años de denuncias sin respuesta

El sacerdote Paco Llorens advierte del riesgo de desprendimientos y filtraciones en el monumento histórico y reclama una actuación urgente de las administraciones. La parroquia ha invertido más de 320.000 euros en reparaciones y limpieza desde 2010.

La Colegiata de Santa María de Gandía vuelve a encender las alarmas por el preocupante deterioro de su estructura, tras más de quince años de denuncias públicas sobre los defectos derivados de la restauración acometida entre 1999 y 2004. Durante una comparecencia reciente ante los medios, representantes de la parroquia lamentaron que, pese a los reiterados avisos, el templo “sigue sufriendo filtraciones, desprendimientos de piedra y humedades que comprometen su seguridad y conservación patrimonial”.

Desde el año 2010, la parroquia ha emitido 68 notas de prensa en las que documenta los problemas derivados de la restauración realizada entre 1999 y 2004. Aquella intervención, según los informes técnicos, habría introducido errores constructivos graves, como la instalación de canalones de zinc sin juntas de dilatación o la sustitución de las tejas originales por ladrillos cerámicos, lo que ha permitido la filtración de agua hacia el interior de los muros.

Las consecuencias son visibles: morteros disgregados, vegetación entre los contrafuertes, retablos afectados por humedad y eflorescencias salinas. “La Colegiata no ha señalado ni culpado a nadie, solo ha constatado hechos comprobables. Lo que pedimos es una reparación responsable”, subrayó Llorens.

Los técnicos que asesoran a la Fundación de la Restauración de la Colegiata han identificado varios fallos estructurales en las intervenciones pasadas. Entre ellos destacan la instalación de canalones de zinc sin juntas de dilatación, que han permitido la filtración de agua hacia los muros; la sustitución de las tejas originales por ladrillo cerámico, que facilita la entrada de humedad; y la ausencia de elementos de evacuación del agua de lluvia en zonas críticas de la fachada.

Estos errores han provocado el desprendimiento del mortero de las juntas, la aparición de vegetación entre contrafuertes y la afectación directa de retablos y capillas interiores, debido a la falta de ventilación y a la acumulación de sales. El templo, catalogado como Bien de Interés Cultural, presenta hoy signos visibles de degradación que amenazan tanto su integridad estructural como el valor artístico de su patrimonio interior.

Otro de los problemas señalados es la ausencia de una “línea de vida” en la cubierta, un sistema de seguridad indispensable para los trabajos de mantenimiento. Su inexistencia obliga a recurrir a grúas y andamios alquilados fuera de Gandía, lo que encarece significativamente cada intervención.

La parroquia estima que ha invertido unos 180.000 euros en reparaciones derivadas de la restauración defectuosa, además de 153.600 euros en limpieza y mantenimiento durante la última década, debido al polvo y los fragmentos que se desprenden a diario del techo. “Se barre dos veces al día para que los fieles y visitantes puedan estar seguros”, precisaron los responsables.

Pese a las dificultades económicas y materiales, la Colegiata ha mantenido una intensa actividad religiosa, turística y cultural. Ha restaurado varios altares —entre ellos los de la Purísima Concepción, Santa Teresa y San Francisco de Borja—, además de organizar conciertos, visitas guiadas y exposiciones en colaboración con el Ayuntamiento de Gandía. No obstante, los ingresos por turismo resultan “insuficientes para sostener el mantenimiento estructural del edificio”.

La parroquia ha hecho un esfuerzo enorme por conservar este bien patrimonial, que no solo pertenece a la comunidad religiosa, sino a toda la ciudad de Gandía”, subrayó el representante de la Colegiata. “Pero llevamos 16 años tocando puertas sin que nadie nos escuche”.

La parroquia ha solicitado recientemente una subvención a la Dirección General de Patrimonio de la Generalitat Valenciana, con la esperanza de acometer una nueva fase de obras que frene el avance de las filtraciones. La propia directora general visitó el templo para constatar el estado de los desperfectos. “Si la ayuda se aprueba, podremos al menos resolver una parte de los problemas más urgentes”.

Mientras tanto, la comunidad parroquial insiste en la necesidad de una actuación técnica integral y supervisada que ponga fin a lo que califican como “una restauración mal ejecutada y nunca asumida por los responsables de entonces”.

No buscamos culpables, solo soluciones”, concluyeron. “Queremos que la Colegiata vuelva a ser un símbolo de orgullo y no un monumento que se desmorona ante la indiferencia”.

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