El Superior General de la Compañía de Jesús, Arturo Marcelino Sosa Abascal, S.J., ha visitado esta mañana Gandia, acompañado por varios representantes de la orden jesuita.
A su llegada al Ayuntamiento, fue recibido por el alcalde de Gandia, José Manuel Prieto, junto a la teniente de alcalde de Cultura y exdirectora del Palau Ducal, Balbina Sendra, el teniente de alcalde Miguel Ángel Picornell, y los portavoces de los grupos municipales PSOE, Compromís Més Gandia, PP y VOX.
Durante el encuentro, celebrado en el Despacho de Alcaldía, el padre Sosa Abascal firmó en el Libro de Honor de la Ciudad, dejando constancia de su paso por Gandia. A continuación, el alcalde le hizo entrega de un obsequio institucional en nombre de la ciudad, como muestra de agradecimiento por su visita y por la estrecha vinculación histórica entre Gandia y la Compañía de Jesús.
En la reunión, ambas partes abordaron temas de interés común, especialmente relacionados con la colaboración en ámbitos educativos, culturales y sociales, dada la importancia que la orden jesuita ha tenido históricamente en el desarrollo intelectual y espiritual de la ciudad.
Tras el acto institucional, la comitiva visitó el Palau Ducal dels Borja, donde el Superior General pudo conocer de primera mano la historia y los detalles de uno de los edificios más emblemáticos y representativos del patrimonio de Gandia.
La ciudad de Gandia mantiene un profundo vínculo histórico con la Compañía de Jesús, estrechamente ligado a la figura de San Francisco de Borja, IV duque de Gandia y tercer Superior General de los jesuitas.
Tras renunciar a sus títulos nobiliarios y a su carrera en la corte imperial, Francisco de Borja ingresó en la orden fundada por San Ignacio de Loyola, dejando una huella imborrable en la identidad cultural, espiritual y educativa de la ciudad.
En 1546, Borja fundó el Colegio de San Sebastián, germen de lo que sería la primera universidad jesuita del mundo, convirtiendo a Gandia en un referente educativo y religioso en la Europa del siglo XVI.
Ese legado perdura hasta la actualidad y sigue vivo en lugares emblemáticos como el Palau Ducal dels Borja, la Iglesia de San Francisco de Borja y en las numerosas actividades culturales y conmemoraciones que continúan recordando la huella de los jesuitas en la historia de la ciudad.